Gioconda Belli
(Nicaragua, 1948)

 

EN LOS BUENOS DÍAS…

 

En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor,
mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.

 

¿QUÉ SOS NICARAGUA?

 

¿Qué sos
sino un triangulito de tierra
perdido en la mitad del mundo?

 

¿Qué sos
sino un vuelo de pájaros
guardabarrancos
cenzontles
colibríes?

 

¿Qué sos
sino un ruido de ríos
llevándose las piedras pulidas y brillantes
dejando pisadas de agua por los montes?

 

¿Qué sos
sino pechos de mujer hechos de tierra,
lisos, puntudos y amenazantes?

 

¿Qué sos
sino cantar de hojas en árboles gigantes
verdes, enmarañados y llenos de palomas?

 

¿Qué sos
sino dolor y polvo y gritos en la tarde,
-gritos de mujeres, como de parto-?

 

¿Qué sos, Nicaragua
sino puño crispado y bala en boca?

 

¿Qué sos, Nicaragua
para dolerme tanto?

 

Y DIOS ME HIZO MUJER

 

Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó en ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.

 

SOBRE LAS VENTAJAS DE SOÑAR

 

Soñar no cuesta nada.
Contrario a cuanto ejercicio hoy se nos recomienda,
no requiere de zapatos, ni ropa adecuada.
No nos pide sudar o quemar calorías.
Ni calcular el posible daño o provecho
para nuestra salud.
No es tampoco un hábito
cuya repetición pueda conducirnos a cáncer de pulmón
o de cualquier otra parte del cuerpo.

 

Soñar no daña la ecología,
ni atenta contra la capa de ozono.
No aumenta el colesterol,
ni fomenta la crueldad contra los animales.
Soñar no afecta los reflejos,
ni causa daños congénitos.
No es dañino para las mujeres embarazadas,
ni inhibe la lactancia materna.
Soñar es un deporte barato.
No requiere de equipo sofisticado,
ni de constante y agotado entrenamiento.

 

No se puede decir, sin embargo,
que no cause riesgos al corazón.
Sin embargo, hasta el momento,
no se ha encontrado base científica para
contraindicar los sueños,
aunque los argumentos a favor de su extinción
se fabrican a diario.

 

Yo sostengo que soñar continúa siendo una práctica
subversiva,
con una deliciosa, pero lícita, peligrosidad;
un hábito difícil de erradicar,
cuya ternura y perseverancia
sigue teniendo la innata capacidad de conmover
y abrir ranuras, por pequeñas que sean,
en corazas bien armadas y aparentemente impenetrables.

 

Si quiere practicar una actividad de bajo costo,
bajo riesgo, y sin ninguna susceptibilidad a las altas y bajas
del mercado,
le aconsejo soñar,
y no permitir que nadie lo convenza
de que no sigue usted siendo dueño, al menos,
del inmenso poder de su imaginación.

 

PERMANENCIA DE LOS JARDINES

a Carlos

 

En el enrevesado espeso matorral de mis floraciones
Has laborado embriagado de almizcles.
No hay almácigo desperdiciado en este amor
donde a diario te desafío
a que encuentres el brote más reciente.
Nunca dije que sería un jardín de senderos bien delineados.
Me construí como un jardín tropical y húmedo
con especies imposible de clasificar
pues siempre quiso poner a  prueba tus intenciones de jardinero
domador de plantas y exterminador de plagas.
Te he asaltado por los cuatro costados con enredaderas tumultuosas
Y huelenoches de belleza mortífera
Y he abierto hojas como alas de sueños selváticos en los árboles plácidos
que sembraste alrededor de la casa.
En tu alcoba de macho cabrío introduje violetas africanas
y rodeé de jazmines indios los bordes de tus infranqueables ventanas
-esas que ahora el perfume traspasa con ruido de vidrios rotos-
¡Qué bien has soportado, mi amante, amadísimo, cuanta prueba te puse!
Y abrazo esta dulce, fogosa extensión que habitamos
La defiendo con cercos de espinas
Instalo surtidores
Para que no la marchite
Ni la más cruel de las estaciones.

 

WRITER´S BLOCK

 

Las palabras me evaden.
Corren. Huyen de mí.
Sentada frente al ordenador,
Impotente, miro la pantalla como si alguien compasivo
habitara dentro y pudiese ayudarme.
Por días he navegado ríos de imágenes e ideas sugerentes
Pienso: Ya la tengo. Ahora sí podré escribir la obra que he esperado de mí.
Pero los dedos vacilan ante las teclas
y la melodía no surge. Agonizo embrocada sobre la tarde.
Hundo mi cabeza en libros sin poder leerlos.
Como bandadas de palomas asustadas se alzan las palabras cuando de acerco.
Sólo sus alas oigo. Sólo percibo la belleza que las habita.
Una que otra regresa. Se posa a mis pies. Come alpiste de mi mano.
Las demás me miran amenazantes desde los aleros
o se convierten en hormigas.
Hormigas negras sobre el escritorio,
Corriendo,
Huyendo de mí.

 

OSCURIDADES DEL AMOR

 

Digo que nuestro amor
ha sido como un crucero de lujo
surcando acerados Atlánticos.
Hemos recorrido sus cubiertas
Y visto desde allí puestas de sol inolvidables
sobre bahías donde casas ocres y naranjas
absorbían la luz como cajas encantadas.

 

Como joven pareja enamorada
nos hemos deslizado por las pistas de baile
en las fiestas de gala.
Hemos cenado en la mesa del capitán
Y tu has mantenido la conversación amena,
has hecho reír a los comensales
mientras yo, en silencio adorable, celebraba tus bromas
y reía sin cesar escuchando una y otra vez
las anécdotas, los mitos familiares.
En la suite matrimonial
hemos hecho el amor
como rito de confirmación de nuestra felicidad.

 

Las historias de nuestra travesía
han sido la envidia de las amistades menos afortunadas.
Hemos construido, con destreza de arañas la tela de la leyenda
que ahora habitamos.

Esa misma iridiscente felicidad
que, en noches como ésta en que te desquiero,
sueña con mares oscuros
y témpanos.

 

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