Jorge Boccanera
(Argentina, 1952)

 

MECANISMOS

 

Para entreabrir el árbol
hay que cerrar el viento.
Para entreabrir al sueño
hay que cerrar el día.
Para entreabrir al mundo
hay que cerrar la bomba.
Para entreabrir las manos
hay que cerrar pañuelos.
Para entreabrir el niño
hay que cerrar al hombre.
Para entreabrir al mar
hay que cerrar ciudades.
Para entreabrir la boca
hay que cerrar los ojos.

 

(De Los espantapájaros suicidas).

 

COMENTARIO XII

 

dejo constancia aquí sobre esta mesa
de café generalas y blasfemias
que he sido útil inútil justo injusto
valiente con mis miedo y he tenido
como cualquier mortal hambre y bacterias
deseos de una mujer de buenos muslos
que quede claro que yo he sido amigo
y hombre de furia -sobre todo, eso-
y que gustaba de los días de marzo
de sus tardes de sol y viceversa
y que he bebido y festejado el canto
por la esperanza con mis compañeros.

 

ELLA


Viene despacio,
entra
tropieza con mi tos,
con mi costumbre de dejar la nuca
en cualquier parte.
Viene despacio,
ordena mis silencios,
desata las palabras necesarias
recibe la correspondencia de mis ojos.
Viene despacio, 
a tender sus manteles de ternura.
Viene despacio,
apenas echa humo para no despertarme.
Se abre paso entre vasos arrojados al día,
retratos de mujeres,
noches de bronca y noches de ginebra.
Viene despacio,
entra,
se arrodilla al borde de mi alma
a juntar los fragmentos de mi risa.
Después se vuela azul como la tarde

 

(De Contraseña).

 

NOTICIAS DE UNA MUJER CUALQUIERA

 

Entramos a la pieza casi sin conocernos
sus ojos eran pactos de ternura y violencia
yo la miraba todo el tiempo
habrá pensado en mi cansancio
habrá pensado -está borracho-
habrá pensado en irse pronto
habrá pensado tantas cosas.

Me acerqué a sus dos manos
sin dejar de mirarla
desde mi soledad hasta su boca
habrá pensado en enojarse
habrá pensado “no es un hombre”
habrá pensado ¿en qué quedamos?
habrá pensado tantas cosas.

Cuando entró el sol cuando se fue
desde mi boca hasta su adiós
y aún en el viaje de regreso
habrá pensado tantas cosas
habrá pensado tantas cosas.


(De Noticias de una mujer cualquiera).

 

ENSAYO BREVE SOBRE LA HONESTIDAD POÉTICA

 

No es que los poetas mientan.
Es que los mentirosos
quieren hacer poesía

 

CARTA DEL SUICIDA

 

Lo poco que he vivido,
me ha hecho perder
demasiado tiempo

(De Poemas del tamaño de una naranja).

 

SILVIA PLATH LAVA UNA TAZA, SECA UNA TAZA, ROMPE UNA TAZA

 

Qué cabeza la mía,
dejé una frase suelta y una rosa en el horno.
Cotidianos trajines, calores, taquicardia,
y un almohadón de plumas
con un lápiz labial justo en el centro.

 

Qué cabeza la mía.
Yo buscaba algún parque y encontré en un mal sueño
una torta partida por un rayo.
La sala está revuelta.
El miedo de un venado no cabe en este horno,
por eso huele así toda la casa.

 

Pero a quién se le ocurre
dibujar una piedra y tropezar dos veces,
llenar un cenicero con los puntos y comas
de alguna carta antigua.
¿Hubo un Adán violento? ¿Hubo un amor-halcón
“de una vez para siempre”?

 

Qué cabeza la mía,
guardar los zapatones en un charco
y aceptar ese baile sabiendo que me espera
una puerta cerrada tras la puerta.

 

MANUAL DE CONVIVENCIA

 

Mis vecinos son sanos,
tienen el paso elástico y recortan el césped los domingos.
Pero yo no conozco a mis vecinos.

 

Tengo mi casa aquí,
pinte verde la verja, la pared blanca,
pero no los conozco.
Los supongo educados,
eso se ve en el moño que corona sus bolsas de basura.

 

Mis vecinos son sanos,
tienen un perro largo que arrastra las oreja
y un jardín de candados.

 

Tengo mi casa aquí, puse una piedra, planté una veranera,
pero no los conozco.
Cada mañana escucho el golpe del periódico contra sus puertas de metal.

 

Estoy viendo mi casa: si le prendiera fuego,
un curioso quizá se acercaría.
Pienso en mi casa, tal vez si la quemara
este barrio sería más amable.

 

LUGAR

 

Lugar,
es el nombre del animal más grande de la tierra.
Hay quienes aprovechan su sombra y no saben que existe.
O beben su saliva y lo confunden con un río.
O duermen en los huecos que dejan sus pezuñas en la tierra
y piensan que la tierra es así.
Los exiliados cargan sus pedazos de tiempo.
Otros clavan zapatos en el barro.

 

Hay ciegos que cambiaron la vista por una certidumbre.
Algún dios carpintero que fabricaba muebles repite la sentencia:
“un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”.
Pero los desaparecidos, ¿dónde están?
Todo es ajeno aquí.
Somos los extranjeros de un lugar que era nuestro.

 

El deseo escribe en un libro sin hojas.
Alguien se prende fuego envuelto en un secreto.
Hay quienes buscan que el amor les corrija la rabia.
Otros rezan, divisan un lugar después de este lugar.
Está el que desespera:
“Si ese animal ocupa tanto espacio, ¿por qué no puedo verlo?”
Unos pocos eligen atravesar un sueño para llegar a un sueño.

 

¡Ah, si el silencio dijera sus lugares!
Ahora, cada baldosa es un campo de caza.
En días por venir, alguien escarbará en las
preguntas hasta desenterrar un fémur, algún
diente de lo que fue un lugar.
Pero no en esta casa con un piso de viento.
Nadie se mueve aquí, es el gran día.
Reparten un desierto entre todos los hombres.

 

(De Bestias en un hotel de paso). 

 

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