José Antonio Funes
(Honduras, 1963)

 

POSTAL DEL RECUERDO

 

Ella cayó hace tanto tiempo,
y he aquí un puñado de su voz
bajo estos astros
que vieron volar los últimos pájaros de su carne.

 

Ahora la luz se curva sobre los hierros.
Y pienso, qué piedra florecerá en su boca,
que su amor aún estremece mis huesos
como si rompiera todos los candados de la muerte.

 

PORQUE ESTAMOS EN GUERRA

 

La ciudad ha cerrado sus puertas
y vuelve el sopor
arrastrando su cola de polvo entre los espejos del día.

 

Andamos,
bajo el sol que extiende sus cuchillos,
como niños extasiados por el revés del cielo.

 

Nadie pregunta aquí por la poesía,
pero seguimos arando sobre tierra y mar
hasta que reviente la estación donde se pudran las cáscaras del odio.

 

(De Modo de ser).

 

TRENES

 

A medianoche
los trenes se detienen a cargar recuerdos.

 

¿En qué vagon subirán mis muertos,
que sus murmullos
aún respetan el trasnochado canto de los grillos?

 

DeA quien corresponda

 

EL ORDEN ESTABLECIDO

 

¿Cómo me oyen ustedes ¿ Hablo de tan lejos…
René Char

 

Tierra en el universo,
ínfima
como el tobillo de una muchacha.

 

Cielo,
Narciso
que se busca en los ojos de los niños.

 

Viento,
anciano torpe
que tropieza en una cáscara de nuez.

 

Mar,
toro de espuma
que agoniza bajo el puñal de la ola.

 

Y aún así
se humilla al hombre
se borra se oscurece.

 

(De A quien corresponda).

 

J. S. BACH

 

A Ramón Ramírez, músico.

 

Todo era ruido y silencio.
Ningún sonido
que pudiera unir
las puntas rotas del universo.

 

Bostezaban los instrumentos
bajo el polvo de la monotonía.
Hasta que llegó Bach y dijo:
«Hágase la música».
Y renacieron vientos y cuerdas
para alegrar la luz en los ojos del agua.
Y el sonido de un piano
subió hasta el cielo
a despertar el oído casi muerto de Dios.

 

EUCLIDES PUDO HABERLO DICHO

 

El amor es un punto
donde un hombre y una mujer
se unen.

 

El amor es un punto
donde un hombre y una mujer
se separan.

 

El amor es un punto.

 

OTOÑO

 

En vano
esos amantes                                                              esas hojas

 

se aferran
al tiempo                                                                         a las ramas.

 

La muerte viene silbando

 

sobre las piedras                                                    entre los árboles.

 

De A quien corresponda

 

A MANERA DE CONSEJO

 

Nunca dediques poema a mujer alguna.
Los amores posan y luego pasan
ante la cámara absurda de la vida,
mientras los versos avergonzados quedan,
heridos en su honor
de ver a la ingrata que se va con otro,
o se adentra para siempre en la niebla del nunca más.

 

Piensa en la lluvia
y su vieja canción sobre los techos,
en el mar que guarda un cofre de versos a cada poeta,
en el viento viajero que sabe bien de faldas y sus secretos.

 

Nunca dediques poema a mujer alguna.
Mejor díselo al oído,
en esa intimidad
donde la poesía es una caricia inédita,
el bálsamo que alivia todos los dolores del mundo.

 

(De Agua del tiempo)

 

LOS FILTROS DE LA ANGUSTIA

 

Tú lo sabes bien, querido Paul,
que la angustia paso a paso rechazamos:
pero se filtra, se filtra.

Segisfredo Infante

 

Se filtra la angustia
y viene desde ese paisaje profundo de la infancia,
aquel deseo inútil de las frutas prohibidas
y una puerta cerrada para siempre
justo al final de la travesía de los sueños.

 

Se filtra la angustia
en la sonrisa que se abre al beso,
como una puerta blanca de inevitable sombra,
y se filtra en el relámpago oscuro
que precede al trueno en el cielo del sexo.

 

Se filtra la angustia
en la espera y el tránsito hacia esa estación final
donde la soledad aguarda con nuestras cosas en la calle:
abrigos rotos a la altura del pecho,
zapatos enamorados de la lluvia,
viejas cartas de amor
como plumas descoloridas de páajaros que fueron vuelo y canto,
papeles inútiles que  prometían un visado al cielo
y no el estar bajo la tormenta con un libro abierto sobre la cabeza.

 

Se filtra la angustia
en los ojos aue ven más allá de su luz,
en los huesos que sufren más de un solo cuerpo,
se filtra, se filtra.

 

HABLA EL INMIGRANTE

 

Yo también soy Nadie, hermano Ulises.
Cada día, o más bien cada noche,
el Cíclope me interroga, y yo contesto: Soy Nadie.
Nadie por mi color, por ser portador de indocumentados sueños.

 

En una tarde amarilla de mi país
soñé una barca que surcaba el mar de los trigales.
Había tanto sol, tanto cielo,
Que abandoné los muertos atados a mis pies,
y pagué con lágrimas de mis hijos el precio de una estatua de sal.

 

Llegué a esta isla, Ulises.
Mis brazos son más vigorosos que los del náufrago
que partió las aguas para hacerse un lugar en la muerte.
Pero soy Nadie y me moja más la lluvia que a las catedrales,
y el Cíclope vigila
el pan luminoso que llevo a mi mesa,
mientras me habla de leyes y de fronteras.

 

(Inéditos).

 

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