León Félix Batista
(República Dominicana, 1964)

 

EL SABOR DE UN CIGARRILLO EN LA TARDE QUE MORÍA

 

Allí están: tribulaciones, a las que ya es costumbre anexionar madeja y embozarlas con yertez, informularlas. Toparse en los vestíbulos instiga a los amantes carroñeros que no somos: tacitas para azúcar, socorro con los fardos y el trastrueque inaceptable del correo. Uno cree que se emancipa en su dinámica de ramas e inadvierte los designios: el oráculo es muy terco. Pero el torso está ahí expuesto (burdamente soberano) y escalón por escalón va a fraguarse entre los iris. Friccionan  -casi nunca- mi codo y su costado, pero cuando se da el hecho (a la vuelta de faenas) articula algún contacto con su neutra urbanidad, los crímenes de ayer y el tópico del clima, p.e. Aviado de este mapa de la imaginación, recogerme a ver su nuca será mi obrar más tenue. Cuestión de dispersar las nebulosas del pitillo, que son ya su aureola.

 

LOS ANHELOS QUE NO HAN SIDO Y EL VESTIDO DE PERCAL

 

He vuelto (es un decir) a Dean Street (fue circunvalación, devenir de paquidermo). La parada de autobús -palizada de meadero- con la misma palomina e infamación, mas ausentes tu percal y el pigmeo de las nieves, activas cosas nulas clamando por mi anuencia. Los vecinos soportales ya no ceden por alisios sino ante oxidación -minúsculas miserias que radican en la tráquea me impiden explicarlo. Para darte dos ejemplos del fluir de tramontana: se divulga apenas marzo pero mutan los abetos, requeríamos ardillas, que los cardos prosperaran, y germinan sobredosis. Vuelvo pues al meridiano en que discurre el cáliz: para poder filiarlo a las mallas dilatadas de la indeterminación.

 

CUANDO SE CURE BIEN MI HERIDA

 

que se apague todo cólico y vuelvas al
gusto de la carne y la bebida
Girri

 

Con máximo mutismo una pera de cactácea resaltando en aspersión (excedente del festín) y en la base del estómago las anclas de la agrura revolviéndose la calcan. Combustionan todavía los multíplices olores del sarao: contrito los celebro, marco mil circunferencias y trasboco lo de ayer. Es que leches y lejías y calidez de caldo reclama el terciopelo sofocado del esófago: arácnidos lo escocen y vastas vinagreras: infracciones que equivalen a un estigma. Todo en órbitas erráticas, trayectorias se intersecan: estrabismo, mientras tanto. Mantecas como un lago, pretérito de etílicos: tracería y arpaduras de demonios en los nervios. Hasta el aire más translúcido acida en un día así.

 

UNA TARDE ME FUI HACIA EXTRAÑA NACIÓN

 

Aturde un componente (adultera el territorio) varios metros calle arriba. He aquí el contraargumento: sea un cielo con mancillas como oscura parentela e hilvanándose tenaz como un cardumen, ramas. A la mente le repugna el contenido heterogéneo, presunción de que el prodigio va alcanzando claridad. Aunque sé cómo trenzar ambas manifestaciones: fraguar con todo y huesos dimensión y escalofríos para tejer tapices, extenderlos en alambres y ponerme a equilibrar respiración y asfixia. Con buen método, asilándome (sin tacha la simbiosis): así llego a la ciudad que parece una mucosa que injertara a su volumen materia muy lejana. Así como el dolor, que se ubica en zonas álgidas y desde allí se irradia para inhabilitar.

 

MIENTRAS FUMO MI VIDA NO CONSUMO

 

Encallado me encuentro como en casa. Flotando en nicotina (mariposa penitente explorando un parapeto, frenesí y fascinación.) Se enzarzan mis falanges asistiendo a la barbilla, casi como si auguraran un desplome. Jamás abordo el suelo (tan fácil de falsear: mis pies vulcanizados). Libérrimos deslaves las piernas, dan zancadas: compuestos gaseosos en combustión muy tenue. Pero yo fumando espero recibir vapor balsámico, materia a transmutar de entre la inconcreción. Una víctima del plomo sin flujo de los días, colocados en cuadrante sus flagelos.

 

IMAGINO QUE TE HAS IDO PARA VER LA REACCIÓN

 

Luz poniente sobre un pozo (eso quiero alucinar: como un rápido monzón que extenuara la memoria). Un retorno reprimido (como el nudo de los vómitos) permitirá que hilvane con sentido el devenir. Es un método para indeterminarlo: en su lapso está embutida (y por mi arbitrio neutro) tu exacta simetría, regida cada fase con nudo de eslabón y luego transferida como embrión de pensamiento. Empero, la ecuación es mucho más aguda: las tesis son las mismas y es más que los despliegues de su placer ficticio.

 

ES LA ÚLTIMA FARRA DE MI VIDA

 

Supón que lo aniquilan registros de saudades, y que puede (con un disco) remediarlas (en cierto bar de Brooklyn en pino de Oklahoma). Esferas como aquella mixtura la ciudad, materia de un orate y extravío. Y que ves cómo resalta (el resorte que tú eres) contra el cielo raso recto, por sus tonos intangibles; y que luego se rasura, solicita su calzado, tantea las urdimbres y el radio de su miembro. Entonces dale elipsis, describe su derrumbe. Habrá quien paute el coágulo que deje.

 

NO ES NECESARIO QUE, CUANDO TÚ PASES, ME DIGAS ADIÓS

 

Quando ela passava aromática y normal
Cesario Verde

 

Un nublado (y no en plomo: plenamente carmesí) (y vuelto vecindad) en ese tronco de mujer. El ojo lo divisa: al amparo de un molusco la supereminencia, en el torno de la mente. Soy daltón (qué datar: lo insondable viene en rojo, integrado con el delta y el diagrama accidentado). Se cruzan los tejados -como si fueran zarzas- hilvanando la ciudad, en tanto que ella urde, hacia la pulpería, mi pasmo y regocijo; y ceso en ser persona. Boca en Babia (y anatema de las formas) anunciándose a alumbrar su negación.

 

PORQUE SÉ QUE DE ESTE GOLPE YA NO VOY A LEVANTARME

Evocaba un sicomoro. Y el azar no es emboscada, pero no oculta sus vendas y te impone un laberinto. Así que lo encontré, mallado por munícipes, cogido para cebo, y esperé bajo su hangar. Las horas se esfumaban y el importe del parqueo y al final se adicionaron en eterno polinomio. Me herí en un pilotillo para pensarla un poco a base de analgésicos y ya no del formulario Kierkegaard.

 

EN COFRE DE VULGAR HIPOCRESÍA

 

Salgo, así acontece el mundo, para hacerme del mercado entre graznidos de mestizos. Despiezado de estridencias y en el verde turbulento, vicioso: vegetal. Ya sé: los embutidos, las aves de corral, suplantan al sopor, que aparece (aquí) barrido y retirado en montoncitos. Pero la soldadura del ruido monofónico de dónde habrá salido, y esta abulia de colores y los croquis criminales y pellejo de paredes. Tantas viandas hendidas que estallan en tangente, más los cuños en las carnes depuradas de un fragor. Como su ficción me instiga con simples frotamientos evito el delinquir, por dentro el alma rota. Coartada insuficiente: primero está el dolor y a seguidas está el filo, que es el que lo apadrina.

 

MÁS QUE LAS NOVIAS QUE TUVO GARDEL

 

Mujeres fugacísimas, ráfagas hacia el deseo
J. Guillén

 

Conviven en camada, mansa a veces y las más ebullición. Desembocan de las aguas y provocan el repliegue de mi existir debajo. Constantemente exponen con roces numerarios esplendor al ondular: como un par de planos simples que se interpenetraran para así reconocerse y diferir. Bataola insostenible con dacrones, pelos sueltos: postulado de libido disgregado en la inconsciencia. Y perro yo ventor, viralatas, visceral, buscando en esa mole playa baja, en pos del canon. Cientos cuerpos del delito que, tras ser interpelados (mechón sobre los ojos, libros contra el costillar) impelen caracoles hacia todo el confinante.

 

POSTRADO EN MI LECHO ABYECTO

 

Resuelvo el paroxismo, hay que pactar, porque el punzón que exfolia mi armadura puede que sea la fiebre y no su equívoco, enemigo más arcaico y aplastante. A mi nada me acomodo pleno de microfracturas, pero el plexo necesita ocupación y el hálito o el aura (yo diría que el lenguaje) en cierta forma espacio. Que haya otros más agosta, de ahí que me empecine en elegir una revista, desarrolle ciertas tesis, me suba y baje el zíper para ocultar las vísceras. Resistir es el consenso,  siesta, pies en taburete, escupitajo en tierra fresca. Ver la hiedra ponzoñosa incorporarse.

carta para eduardo espina

 

CON MI CORAZÓN EN BANDOLERA

 

Dama inflable, que Sacher-Masoch valida. Pero alerta: extremidades, busto y cara artificiosos. Si establezco que en su pie, que en la planta de su pie, finaliza el horizonte, ¿seguirá su indiferencia a los azúcares del labio y a la pasta del piñón que yo sostengo? Otras siglas cargarán con las probabilidades del pinchazo o la rotura, porque la rotación es demasiado manifiesta: como el fuelle de una arteria (o impávido o perenne) las espesas ligaduras se disuelven y a seguidas el ensarte las reanuda, congregando el contenido de lo expuesto. En el lado posterior de los muslos embabados los encajes se tatúan. Cuanto  inhume prenderá.

 

(De Negro eterno, 1997).

 

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